Me agrada palpar con la mirada la iluminación nocturna de colores inquietos. Aquellos colores que transitan entre humo y ceniza. Que iluminan rostros excitados, bajo dosis y curiosos. Tal curiosidad como la que me embargó el verte. Quizás no eras, pero te vi. No importó si lo fueras, solo te vi. Te reconocí quizás por apariencias, por expresiones, por miradas, por movimientos…quizás por sensaciones. Sensaciones que me permitieron reaccionar luego de la desorbitación paranoica. Sensaciones que me aclararon dudas. Sensaciones de extrañarte. Sensaciones de golpearte. Sentí la necesidad de elevación, de detención temporal, de aterrizaje. Finalmente, medité lo sucedido…no es amor, no es aprecio, no es rencor…solo un tumulto de sensaciones.
Madrugada de una noche de verano. viernes 06 de enero, 2009.
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