miércoles, 25 de noviembre de 2009

CONDENSAR EL MOMENTO

Mirar, observar, simplemente envidiar. Envidia sana obviamente. Envidia de la que no se involucra, solo aguza los sentidos utópicamente. Reconocer que el frío lo hace aun más tentador, y que la lluvia termina por agotar el último recurso de esperanza. Compartirlo, esa es la idea. Envidiarlo de a dos. Juntos. Tú y la otra persona. Calmar el aire. Apretarlo. Condensar el momento. No es mucho lo que se pide. Solo ese momento íntimo, de disgustar el instante, creerlo propio, hacerlo partícipe de la dualidad. Esto, esto es envidiable.

Siempre he dicho que el abrazo no se niega, que el abrazo es la manera más simbólica e instintiva de los sentimientos, que ni aun así los besos lo reflejan. Es sincero.

En tardes como estas quisiera un abrazo. Así podría dejar esa envidia y hacerla propia. Compartirlo, esa es la idea. Envidiarlo de a dos. Juntos. Yo y la otra persona. Calmar el aire. Apretarlo. Condensar el momento.

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